En la actualidad, el mundo empresarial está cambiando de dirección, tanto en el conocimiento psicológico e intelectual, el talento o la experiencia, como en la atención de las necesidades colectivas e individuales y la autogestión de recursos, tangibles o intangibles.
Muchas empresas, aplicando estas nociones, han sido capaces de salir airosas de las crisis, y no es un misterio que las más exitosas y las líderes de su mercado lo sigan haciendo en el futuro; mientras que aquellas que ignoran o menosprecian el potencial de la resiliencia se debilitan hasta quebrar.
Toda empresa que mantenga un ritmo de renovación constante, haciéndose más fuerte en medio de las crisis, podrá considerarse como una organización resiliente. Para esto, es vital contar con empleados motivados y psicológicamente sanos.
Si bien las personas sufren cambios negativos en su ambiente laboral, a nivel externo e interno, la resiliencia es el fundamento necesario para favorecer el crecimiento y desarrollo profesional.
El individuo resiliente
Un individuo resiliente se encuentra, por lo general, capacitado para enfrentarse a estímulos estresantes que surgen en su entorno laboral, incluso aquellos que le obligan a tomar cambios de dirección radicales. Esto brinda la autoridad y confianza necesaria para afrontar nuevas experiencias, además de forjar una estabilidad emocional superior para afrontar los conflictos.
En el contexto laboral, esta característica, se resume en que los empleados adopten estrategias para satisfacer las necesidades de los clientes sumamente exigentes, ubiquen socios estratégicos o aliados para aprovechar nuevas oportunidades, potenciar los recursos tangibles a disposición para desempeñar sus obligaciones, favorecer la creatividad o resolver conflictos de forma eficiente usando el mínimo de recursos posibles.
El carisma y humor en el área laboral es más que bienvenido en las situaciones de cambio generalizado y drástico que han afectado al entorno laboral. En consecuencia, será posible actuar con mayor fluidez y precisión ante las crisis, temores, escasez y amenazas.
Desde la perspectiva del líder, la resiliencia puede apalancar redirecciones tras sufrir eventos extremos, fortalecer los canales superiores e inferiores de la comunicación, facilitar el control bajo situaciones de gran tensión, potenciar la empatía y comprensión de las situaciones personales de los empleados y evitar, ante todo, interferir en el proceso de logro de los objetivos de la organización.
Por una parte, las personas seguramente se encuentran anegadas en las relaciones interpersonales, en convivencia grupal o sociedad general, y es natural que experimenten la emoción de algunos de sus miembros.
En la actualidad, los equipos de trabajo se han convertido en un fundamento esencial de toda organización; puesto que, a través del trabajo colaborativo efectivo, un grupo es capaz de afrontar las adversidades con mayor positivismo y resultados que estando separado.
La resiliencia, dentro del enfoque grupal, es una condición que se adquiere de las capacidades necesarias para que los equipos puedan asumir los cambios, fracasos, catástrofes, conflictos y retrasos, entre otros eventos, desde una perspectiva potenciadora.
Puede ser considerada, por tanto, como una habilidad positiva, ya que facilita la mejora o recuperación de los equipos después de adaptarse a un nuevo entorno.
Siendo resiliente una organización, tendrá mayor confianza al momento de tomar decisiones o anticiparse a las oportunidades, aunque, vista por encima, parezca una catástrofe. Las mismas son explotadas debido a que los responsables están alertas y se orientan a la acción.
Desde esta perspectiva, la resiliencia organizacional es la habilidad de ser dinámico en la adaptabilidad de ésta, que crece y se desarrolla conforme avance en el tiempo, asumiendo diferentes mezclas de comportamiento, puntos de vistas e interacciones, que pueden ser reorientadas, desarrolladas y medidas.
Por norma general, se conocen las prácticas resilientes cuando, en una organización, hay mucho entusiasmo y poco temor. Por tal motivo, las empresas modernas deben desarrollar actitudes a través de la liberación de nostalgia, arrogancia o negación, siendo conscientes en qué forma afectan su estado actual.
Clima organizacional, cultura organizacional y resiliencia
Se comprende como cultura organizacional todo aquello que identifica a una empresa y la diferencia de otra, haciendo que sus miembros se sientan parte de ella, bien sea fomentando valores, creencias, reglas, ceremonias, rituales, lenguajes, normas o procedimientos.
La cultura, por ser aprendida, evoluciona conforme se tienen nuevas experiencias, y puede ser manipulada aplicando la dinámica del proceso de aprendizaje. Las nociones determinan la forma en cómo trabaja una organización, y la misma se refleja en sus sistemas, estrategias y estructuras.
Ejerce una influencia directa en la cultura de la organización, puesto que las percepciones de los empleados determinan las creencias, comportamiento, valores y mitos, que, a su vez, integran la propia empresa, así como la identidad que la diferencia de su competencia.
Satisfacción laboral
Aún sin ser la satisfacción laboral un fundamento clave de la salud mental y física de los miembros, la resiliencia la potencia. Además, uno de los elementos que caracteriza al clima laboral sano, es el término de cultura organizacional inclusiva: aquella que es abierta y acepta tanto las diferencias étnicas como de género o físicas.
En teoría, el clima organizacional óptimo favorece el nivel de resiliencia de los empleados ante las dificultades; sin embargo, tener un nivel de preparación estratégica es esencial para superarlas.
A través de documentos históricos y literarios que se orientan a la planificación estratégica de las empresas, se vislumbra la teoría de aprendizaje organizacional como estrategia de preparación de las corporaciones para afrontar condiciones fuera del orden natural.
Es de gran importancia en las situaciones de crisis socio-económicas, culturales o catástrofes naturales, lo que permite potenciar la capacidad del personal independiente a la situación.
El aprendizaje estuvo, está y estará presente en la mayoría de los procesos de gestión humana, en especial durante la capacitación, formación e inducción, con el propósito de contar con miembros destacados y competentes en su área.
Por otro lado, la teoría ecológica es un término que se discute mucho en el siglo XXI: hace referencia a clarificar la relación e incidencia del clima laboral en los niveles de resiliencia convenientes para superar escenarios contrarios al éxito.
Dicha teoría tiene la premisa que, tanto las personas como las organizaciones, no son entidades aisladas sino miembros obligados a interactuar de forma constante, si no permanente. Ambos son influidos por el contexto psicológico, social y ambiental.